La Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX vivirá una transformación social a raíz del impacto del proceso inmigratorio, en su mayoría de origen europeo.
Argentina constituyó, junto con
EE.UU. y Brasil, uno de los principales puntos de atracción de la emigración
europea hacia América. Si bien los acontecimientos que sucedían en Europa
afectaban en el flujo inmigratorio, como fue la crisis económica de 1873, la
Primera Guerra Mundial o la crisis mundial de 1930, la inmigración de origen
europeo se mantuvo durante el último tercio del siglo XIX y principios de siglo
XX.
Los italianos conformaron el
grupo más numeroso. Hacia fines del siglo XIX la mayor cantidad de italianos
fuera de Italia se encontraban concentrados en Buenos Aires y su actividad en
la ciudad fue muy relevante para la expansión de la economía urbana. Los españoles siguen en importancia a los italianos;
este grupo llega más tardíamente, pero es muy numeroso.
El siguiente video nos ayuda a comprender el proceso inmigratorio y sus consecuencias para el país:
En los centros urbanos una gran
parte de los trabajadores (inmigrantes o argentinos) vivían en u tipo de
vivienda denominada conventillo. En Buenos Aires se encontraban en el centro o
sur de la ciudad y en su origen eran las casas de la burguesía abandonadas por
la epidemia de fiebre amarilla producida durante la presidencia de Sarmiento.
El conventillo era una casa con
varias piezas ordenadas a partir de un patio central y podía tener una,
dos o tres plantas, que contaba con baños y comedores colectivos, y terribles
condiciones de hacinamiento.
Pero los problemas de los
inmigrantes iban más allá de acceso a la vivienda. Desde su salida de los
puertos europeos hasta su llegada a Buenos Aires se iban enfrentando a una
serie de dificultades. Solo por nombrar los más relevantes podemos
señalar: dificultad para comunicarse ya que muchos no hablaban castellano;
inconveniente para adquirir tierras para cultivar; problemas para acceder a un
trabajo digno ya que sus derechos como trabajador no eran respetados y eran
explotados; la posibilidad de ser engañados o timados por extraños (se lo llamó
“el cuento del tío”); y como ya hemos señalado la dificultad de tener una
vivienda digna.
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